Hospital: Hospital Universitario José María Morales Meseguer
Nº: C2021-551
Aut@r o Autores: Nuria Isabel Casado Alarcón, Carmen Trejo Gallego, Guillermo Alías Carrascosa, Marta Sánchez Canales, Cristina Jiménez Pulido, Maximiliano Francisco Suazo Aravena, Irene García Tuells
Presentación
Presentamos el caso de una mujer de 47 años, con antecedente de carcinoma epidermoide, queratinizante e infiltrante de exocérvix, asociado a adenocarcinoma de endocérvix localmente avanzado irresecable, en tratamiento con quimio-radioterapia, que acude por dolor en hipogastrio y región suprapúbica desde el último tratamiento hace 10 días. Asocia náuseas, vómitos y estreñimiento. Además, refiere sensación distérmica, con escalofríos sin fiebre termometrada. Analíticamente, destaca leucocitosis, con neutrofilia, y PCR elevada. Se realiza una TC abdominopélvica con contraste iv, donde observamos una colección parauterina (asteriscos negros), de morfología alargada, con un septo incompleto en su interior (cabeza de flecha) y lesiones quísticas adyacentes al colon sigmoide, de aspecto similar, con realce de la pared y cambios inflamatorios en tejidos adyacentes a ambas estructuras. Inicialmente en el diagnóstico diferencial se incluyó la posibilidad de colecciones de origen intestinal. Sin embargo, en concordancia con la ocupación de la cavidad endometrial (asteriscos blancos), el estudio previo de RM y la afectación neoplásica cervical conocida, el origen más probable de los hallazgos es una enfermedad inflamatoria pélvica con formación de abscesos tuboováricos y piometra, propiciada por una estenosis del cérvix secundaria a la masa cervical conocida (flecha negra). Dada la dificultad para el tratamiento quirúrgico por los antecedentes neoplásicos, se colocó un drenaje en la colección presacra, que confirmó el contenido purulento de la misma.
Discusión
La enfermedad inflamatoria pélvica (EPI) se define como la infección del tracto genital superior, incluye un amplio espectro de presentaciones clínicas desde dolor a la movilización cervical sin hallazgos patológicos en pruebas de imagen hasta abscesos tuboováricos con piometra y diseminación peritoneal de la infección. En la mayoría de los casos están causadas por la diseminación ascendente de una infección de transmisión sexual, siendo más frecuente en mujeres jóvenes. Otras causas de etiología no infecciosa que hay que tener en cuenta son neoplasias uterinas o cervicales con estenosis significativa, , como ocurre en nuestro caso, antecedente de radioterapia pélvica o fístula colo-uterina. En la TC con contraste, los abscesos tuboováricos se presenta como masas complejas de forma irregular y tubular, con realce mural y contenido heterogéneo, en general la afectación es bilateral, lo que ayuda a realizar el diagnóstico, y difícil de delimitar de las estructuras adyacentes. Habitualmente produce desplazamiento anterior de ligamentos anchos y redondos, lo que ayuda a diferenciarlos con abscesos pélvicos de origen intestinal. Un signo muy específico que nos permite localizar la patología en la trompa, es el signo del septo incompleto, estos septos corresponden a los pliegues mucosos de la pared tubárica parcialmente borrados por la distensión. Por el contrario, los septos visibles en las neoplasias quísticas ováricas son completos y cruzan toda la lesión. En ocasiones, si existe gran distensión tubárica, los septos pueden borrarse completamente, lo que dificulta la diferenciación con masa de otras estructuras quísticas, para lo que es útil conocer la morfología tubular y disposición anatómica entre el útero y los ovarios.
Conclusión
La enfermedad inflamatoria pélvica y el resto de patologías ginecológicas agudas constituyen un reto para el radiólogo, por ello es importante conocer la anatomía de la pelvis femenina y los signos, como el del septo incompleto, que nos ayudarán a realizar de manera correcta el diagnóstico diferencial.
Bibliografía
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